MEMORIA DE BRUNO
PASCUAL RUILÓPEZ.
El político que
batalló por la Sierra de Guadalajara
Tal
vez uno de los personajes más desconocidos de Atienza y su comarca, a pesar de
su reciente historia, sea Bruno Pascual
Ruilópez, nacido en la villa el 6 de octubre de 1858, y fallecido en Madrid el
13 de marzo de 1921. En Atienza se le recuerda, escasamente, por haber regalado
un Rosario de faroles a la patrona, la Virgen de los Dolores, que acaba de
cumplir 350 años de permanencia en la villa, y si se pregunta, pocos sabrán
decirnos sobre él más allá de que es el nombre oficial de la Plaza de San Juan
del Mercado, en la que nació.
Memoria de Bruno Pascual Ruilópez |
Sin embargo, a más del famoso Rosario de Faroles
donó al pueblo y sus gentes algunas cosas más; entre ellas la restauración, a
fin de convertirlo en colegio público, del viejo edificio del Hospital de Santa
Ana. Fue el fundador de una institución de enseñanza para chiquillos sin
recursos; luchador empedernido por las mejoras del distrito de Atienza-Sigüenza;
y un ciento de iniciativas más que le valieron, entre otros, el título de Hijo
Predilecto de Atienza, con placa sobre la fachada de su casa natal,
desaparecida en la última reforma llevada a cabo en esta plaza en torno a los
años de 1966-67.
Hijo
de hacendada familia, y huérfano a temprana edad, se trasladó muy joven a
Madrid, donde estudió Derecho y posteriormente se hizo Notario, estableciendo
su gabinete en la calle Núñez de Arce, en el número 17. Al parecer se trató de
un hombre serio y formal, de ideas fijas y buena presencia; integrado en su
juventud en una logia masónica que no le impidió mantener sus acendradas
creencias religiosas a los patronos de Atienza. Murió sin herederos forzosos y
sus bienes, bastante cuantiosos, se perdieron en legados, donaciones y obras de
caridad que llegaron hasta cincuenta o sesenta años después de su muerte.
EL CASTILLO DE JADRAQUE. LAS TORRES DEL CARNAVAL. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ |
Su reconocida labor jurídica en la provincia
lo llevó a la política, presentándose por vez primera a unas elecciones
generales, como Diputado a Cortes por la provincia de Guadalajara y el distrito
Sigüenza-Atienza, en 1886, sin obtener la representación, ya que obtuvo un
número muy contado de votos. Competía con Antonio Botija Fajardo, Ramón de
Lorite, el Marqués de Retortillo, Francisco Ruíz Fuentes, Ildefonso Fernández,
Antonio María Ballesteros y Rafael Gutiérrez. De los 2.882 votos emitidos en la
zona, 1.779 fueron para Botija –candidato por Jadraque. Don Bruno tan solo
obtuvo 35 votos.
Volvió a presentarse nuevamente en 1893,
obteniendo el acta de Diputado, que conservó en sucesivas elecciones, hasta que
en 1898 se presentó al Senado, obteniendo el acta, que renovaría en sucesivas
batallas electorales hasta 1919. Representando a la provincia y al partido de
Atienza-Sigüenza, salvo entre los años 1914-17, que representó como Senador a
la provincia de Córdoba. Igualmente, y desde 1904, en que fue elegido,
hasta pocos meses antes de su fallecimiento, fue Decano Presidente del Colegio
de Notarios de Madrid.
Gracias a Bruno Pascual se reconstruyó el viejo Hospital de Santa Ana |
Su
paso por el Congreso de los Diputados resultó bastante anodino en cuanto a
intervenciones, sin embargo logró una serie de objetivos. La mayoría de las
carreteras que unen Jadraque, Atienza y Sigüenza con los pueblos del entorno se
deben a su directa intervención, y como Miembro de la Comisión de Ferrocarriles,
trató de enlazar por trenes de vía estrecha primero, y por la red nacional de
ferrocarriles después, a un buen número de pueblos. Batalla perdida que dio
comienzo con su llegada al Congreso de los Diputados en 1893 y concluyó pocos
meses antes de su muerte, con lo que podríamos definir como una de las mayores
“travesuras”, por decirlo de alguna
manera, del Conde de Romanones, quien aseguró a los comarcanos de Cogolludo,
Hiendelaencina o Atienza que por sus términos pasaría el tren internacional Madrid-París,
y luego de obtener sus votos sacó el proyecto de la provincia para trazar la
línea por la de Segovia.
Aquellos
fueron tiempos en los que la oratoria parlamentaria estaba muy por encima de lo
que estamos acostumbrados a ver en nuestros actuales políticos. Aquellos
utilizaban un léxico digno de figurar en todos los manuales, y digno también de
mostrarse, por aprender de aquella fácil oratoria. La de nuestro paisano,
recogida en los diarios de ambas cámaras es digna de estudio, como la de sus coetáneos.
Por la fácil dicción y la exclusión de ataques y descalificaciones verbales a
que nuestros políticos de hoy en día nos tienen acostumbrados.
Presidía
el Senado don Arsenio Martínez Campos el 6 de noviembre de 1899 cuando don
Bruno Pascual pidió por vez primera la palabra. En la Cámara Alta hizo su
entraba el Ministro de Gracia y Justicia, al que interpeló, durante 17 minutos,
para que solucionase, de una vez por todas, un serio problema surgido en la
localidad serrana de Hijes, a cuenta de la construcción de la fuente pública.
El Ministro de Gobernación había dictado una ley condenando al pueblo a pagar
unas obras que no habían llevado a efecto, en favor de un constructor
portugués, relacionado con el Gobierno. El pueblo de Hijes ganó la batalla.
Una placa señaló, desde la casa natal de Bruno Pascual, Hijo Predilecto de la Villa de Atienza |
Tal
vez uno de sus mayores quebrantos, fue tener que responder en 1920, a las
interpelaciones que otros senadores hicieron al entonces Ministro de Gracia y
Justicia, señor Garnica, a cuenta del injusto desahucio del que fue objeto don
Bruno de su bufete de Notario. Le aumentaron la renta de 300 a 3.000 pesetas
mensuales, ¡que atrocidad!, gritaron
sus señorías al conocer el dato. Buscaba el casero, un renombrado general de
Ejército español, su desahucio, por lo que, además, no le pasaron los recibos
al cobro. El caso fue comparado en la prensa de la época con el crimen de la
calle de Fuencarral, que por entonces tenía alterada la vida madrileña. Don
Bruno Pascual, tras escuchar cuanto se dijo en torno a la justicia, y en uso de
la palabra, concluyó su discurso con algo que hizo pensar a quienes lo
escuchaban:
-Si esto se hace con una persona de
posibles, que puede pagar la renta o comprar la casa, ¿qué no hará la justicia
con los humildes y con aquellos que no tienen recursos?
La
respuesta del señor Ministro fue digna de enmarcarse más allá del Diario de
Sesiones, pues le vino a decir que:
-Entonces no se queje su Señoría si tiene
para pagarlo, el problema de la vivienda tiene esas cosas en Madrid, y la
justicia actúa mal en medio mundo, y no se queja nadie.
Sin
embargo, aquella sesión, en la que la oposición abucheó al señor Ministro, y
que duró casi tres horas, no tiene cuenta en este caso, puesto que don Bruno
fue uno de los ponentes en la Ley de Sucesiones de comienzos del siglo XX. Se
expusieron los articulados, y pidió la palabra para defender sus alegaciones a
aquella Ley, que al parecer constaba de 57 artículos, en los que a su juicio se
trataba al contribuyente como un defraudador en potencia.
Su
primera intervención duró cosa de tres horas, al cabo de las cuales, el señor
Presidente de la Cámara, Marqués de Aguilar, pidió que se cumpliese, y
continuase en el uso de la palabra.
Atestigua
el Diario de Sesiones, que lo hizo durante dos horas más. El Presidente, tal
vez aburrido, preguntó a nuestro paisano ilustre:
- ¿Por qué no hace su Señoría una alegación
a la totalidad y concluimos antes?
La respuesta:
-Resulta, señorías, que el primer y último
artículo, son correctos, más si lo desean, visto que me restan 17 alegaciones y
estamos fuera de reglamento, por no cansarles a ustedes, y estimando que tienen
cosas mejores que hacer, mañana continúo.
Don
Bruno Pascual Ruilópez fue en Atienza y su comarca uno de sus grandes
valedores; auxilió al necesitado, y batalló en todo momento por los pueblos a
los que políticamente representaba, sin importarle los colores de sus banderas
políticas. Su muerte, a los 62 años de edad, fue sentida en toda la Serranía.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 15 de marzo de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario