EL CONDE DE FABRAQUER, POR ESTAS TIERRAS
Autor de éxito en el siglo XIX, dedicó algunas de sus obras a nuestros pueblos
Es más que probable que el recuerdo político de mayor importancia que en nuestra provincia, y comarca de la Serranía, dejase para la posteridad don José Muñoz Maldonado, Conde de Fabraquer, fuese la nota periodística en la que se decía que, haciendo campaña en Atienza, sus oponentes políticos prendieron fuego a la posada en la que se alojaba, con intención de que el Sr. Maldonado se tostase dentro. Tres eran las entonces posadas que había en la Villa, la conocida del Cordón; la del barrio de Portacaballos, y la de San Gil, a la entrada de Atienza por la Puerta de Antequera, en la que se decía ocurrieron los hechos. Entonces propiedad de Antonio Asenjo Romanillos, que fuese Alcalde de Atienza años después y quien se labró una mediana fortuna como tratante de mulas. La noticia no dejaba lugar a dudas: “En Atienza los partidarios del Gobierno han incendiado la casa donde se hospedaba el candidato de oposición, señor conde de Fabraquer, la cual ha quedado reducida a cenizas, destruyendo al mismo tiempo aquellos cafres los árboles de una huerta contigua. Sin duda esperaban hacer un magnífico auto de fe con el señor conde, que felizmente había cambiado ya de domicilio, Las autoridades locales no pusieron el menor impedimento a este acto vandálico, que se llevó a cabo con la mayor tranquilidad…” Todo entraba dentro de las luchas políticas y de partidos; que siempre la política anduvo, por lo alto y por lo bajo, enjorguinada.
Lo cierto es que ninguna de las posadas de Atienza ardió en este tiempo. Teniendo los posaderos de la villa que salir al paso, para decir que no, que aquello no era cierto; que ni hubo incendio, ni atentado contra el Sr. Conde. Sucedió en el mes de noviembre de 1864.
Don José Muñoz Maldonado
Mucho más de media vida, dedicó el Sr. Muñoz Maldonado a medrar en la política provincial, desde 1837, en que por vez primera se presentó a unas elecciones, hasta 1873, en que dejó su escaño de Senador vitalicio, próximo ya el final de sus días, falleció en Madrid el 16 de octubre de 1875. Había nacido en Alicante, el 6 de febrero de 1802.
Las crónicas nos cuentan que fue, después del Conde de Romanones, el político que en más ocasiones, representó a la provincia en las Cortes españolas, pues lo hizo en siete legislaturas, entre aquel año de gracia de 1837 y el de 1854. Lo cierto es que pocos, o ningún recuerdo, debido a su actividad política, salvo la triste memoria de su supuesto atentado, queda de él en Guadalajara.
También es cierto que fue, más que político, hombre de letras. De estudios de historia, y de periodismo, lo que no le impidió dedicarse a la administración general del Estado, y ser pilar fundamental en el enrevesado reinado de Isabel II, llegando a ostentar, entre otros, los cargos de Ministro del Tribunal Supremo, Guerra y Marina.
Por supuesto, pertenecía a familia dedicada a la política, las finanzas y el ejército; si bien quien más influyó en su carrera no sería otro que su suegro, uno de los grandes banqueros del siglo XIX, don Manuel de Gaviría, banquero de doña María Cristina de Borbón, que fuese mujer de Fernando VII, y madre de Isabel II. Don Manuel de Gaviría, quien tuvo en sus negocios a buenos socios emparentados con Guadalajara, entre los que no faltaron el marqués de Salamanca, arrendador de las reales salinas, o el duque de Sevillano, padre de la condesa de la Vega del Pozo; llegaría a ostentar el título de marqués de Casa Gaviría, que pasaría con el tiempo al primogénito de don José, quien, al margen de la política, desarrolló una intensa vida novelesca.
El título por el que fue conocido, el de conde de Fabraquer, se lo concedió doña Isabel II el 26 de mayo de 1847, junto con el vizcondado de San Javier.
El Conde de Fabraquer, un hombre de letras
Sus estudios, de derecho principalmente, los llevó a cabo en la Universidad de Alcalá de Henares; si bien todo hace pensar que más que la atracción por la política o el mundo del Derecho, don José, a quien gustó llevar el título de Conde de Fabraquer, haciendo ostentación de él en cuantas ocasiones le fueron propicias, la atracción que llenó su vida fue la literaria y, por supuesto, también la periodística, llegando a ser, desde la década de 1840 hasta su fallecimiento, uno de los escritores más prolíficos de la vida española; su firma no faltó en la mayoría de la prensa de la época, y dirigió los más importantes semanarios, a través de los que el público español conocía una parte, aunque fuese novelada, de nuestra historia; desde el “Museo de las Familias”, al “Semanario Pintoresco”; del ”Panorama”, al “Periódico de Literatura y Arte”; y un ciento más; en los que dio a conocer sus novelas por entregas, a la moda del siglo. Novelas y escritos que, todos reunidos, llegarán a sumar más de doscientas obras; entre las que se cuentan novela, historia, biografía, e incluso la traducción, puesto que fue el traductor de algunas de las obras de Víctor Hugo, “Los Miserables”, entre ellas.
A su fallecimiento legó a la literatura obras como “La Historia del Emperador Carlos V”; La “España Caballeresca”; “Antonio Pérez y Felipe II”, y un largo etcétera.
Jadraque, Palazuelos, Atienza…
Solía suceder en aquellos tiempos que los políticos únicamente buscaban un cargo de representación en el Congreso o en el Senado y por estas tierras únicamente aparecían a la hora de buscar el voto y… después, si te he visto… No fue el caso del Conde de Fabraquer. Visto al día de hoy pudiera parecernos que su carta de presentación se encontraba tras el título o el texto de cualquiera de sus obras.
Por aquí nos dejó, recuerdo de los tiempos en los que representó al partido de Sigüenza-Atienza en el Congreso de los Diputados, una fantástica novela histórica en la que todo se nos mezcla, como si fuese una ensaladilla literaria. Bajo el título de “El Castillo de Atienza y el Señor de Palazuelos”, nos traslada a la Castilla del siglo XV, cuando tuvieron lugar en esta tierra las batallas entre castellanos y aragoneses en el entorno de 1446; por sus páginas nos desfilan, principalmente, dos poblaciones históricas, Atienza y Palazuelos; y en Atienza asistiremos a la toma del castillo por los castellanos; la llegada de las Santas Espinas, rescatadas por el Señor de Palazuelos; la fundación del convento de los franciscanos…; el sitio e incendio de Atienza por Álvaro de Luna…, todo envuelto en un tiempo que, para Fabraquer, debió de resultar mágico.
Tampoco faltó en sus escritos otro de los castillos emblemáticos de estas tierras, el de Jadraque. Por aquí centró otras de sus obras: “El Corregidor de Jadraque, o un amigo de Don Enrique II de Castilla”: A mediados de noviembre, y a la entrada de la noche, un caballero lleno de lodo, y arrastrándose penosamente en una especie de vereda inundada por las lluvias, llegó al pueblo de Jadraque. Su primer cuidado fue buscar con inquietos ojos una casa que pudiera recibirle a él y a su caballo, jadeantes de fatigas, pero no divisando sino tres o cuatro casas medio desmanteladas, se dirigió a un anciano que el ruido de su caballo había hecho salir a la puerta, y le preguntó si estaba muy lejos de allí Sigüenza…
Tras el Corregidor, llegaron “Basilina y Basileta, o los huesos de las cerezas”: …rubias las dos como dos espigas de agosto, blancas como leche de vacas…
Por supuesto, un poco de literatura histórica sobre nuestra hermosa tierra, siempre agrada.
Tomás Gismera Velasco /Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 12 de septiembre de 2024
HISTORIA DE JADRAQUE
El nombre de Jadraque (Charadraque) suena arábigo; tanto por esto como por la abundancia de fértiles huertas, cabe asegurar que ya existió durante la dominación musulmana.
Jadraque progresó desde que en 1434 Juan II creó con esta villa con esta villa, más las de Jirueque, Bujalaro, Alcorlo, Utande y los sesmos de Bornoba y el Henares, un rico señorío a favor de su sobrina doña María de Castilla, casada con Gómez Carrillo, de quien lo heredó Alfonso Carrillo de Acuña, Protonotario y Guarda Mayor de Enrique IV, que fue un caballero tarambana y manirroto cuyas franca-chelas y pésima administración le llevó a dilapidar año tras año el “grande estado (riqueza) en que sucedió a su madre”, según un antiguo cronista.
Jadraque es una población de honrados trabajadores que crece y mejora, gracias al esfuerzo de sus hijos; además ofrece al visitante múltiples atractivos que, por sí solos merecen una visita.
Y sí se acompaña del conocimiento de su historia…
F. Layna Serrano (Jadraque, 1949)
EL LIBRO DE JADRAQUE, PULSANDO AQUÍ
SUMARIO GENERAL:
-I-
JADRAQUE,
Y SU ENTORNO HISTÓRICO-GEOGRÁFICO
Pág. 9
La Geografía
Demografía
Un repaso por las fuentes escritas. Jadraque en los manuales: los Diccionarios
El topónimo
-II-
UNA INCURSIÓN EN LA HISTORIA
Pág. 23
Tiempos antiguos
El Cid, en Jadraque
-III-
LACOMUNIDAD DE VILLA Y TIERRA DE ATIENZA
Pág. 41
-IV-
LAS TIERRAS DE GÓMEZ CARRILLO
Pág. 51
-V-
EL CASTILLO DE JADRAQUE
LOS SEÑORES DEL CASTILLO
Pág. 65
Rodrigo de Vivar y Mendoza, Marqués del Cenete y conde del Cid
Mencía de Mendoza
El castillo de Doña Mencía de Mendoza
Jadraque en el Ducado del Infantado. Las Relaciones Topográficas
El invierno del rey. Felipe II en estas tierras
Fray Andrés de Jadraque
Juan Sedeño, militar y poeta
Fray Pedro de Urraca
José Gutiérrez Luna: “El Indiano de Jadraque”
La Iglesia Parroquial de San Juan Bautista
-VI-
JADRAQUE EN LA GUERRA DE SUCESIÓN
Pág. 113
Felipe V en Jadraque
El reino en Guerra
La Princesa de los Ursinos
El Catastro de Ensenada. Jadraque, 1752
El terremoto de Lisboa, de 1755
Diego Gutiérrez Coronel
-VII-
¡GUERRA A LOS FRANCESES!
Pág. 145
España en Guerra
Melchor Gaspar de Jovellanos, en Jadraque
La Guerra contra los franceses, en Jadraque
La Constitución de 1812
Juan José Arias de Saavedra
El rey “in-Deseado”
Los Capuchinos de Jadraque
-VIII-
¡EL REY HAMUERTO! ¡VIVA EL REY!
Pág. 203
La vida local y municipal en el siglo XIX
Los Hospitales de Jadraque
La Feria de Jadraque, hasta el siglo XIX
La feria en el siglo XIX
La llegada del ferrocarril
Jadraque, y el lienzo de Jovellanos
José Ortega Munilla; Benito Pérez Galdós, y Jadraque
La epidemia de cólera en Jadraque, en 1885
El año del cólera, 1885
El caso de Jadraque
El Cíngulo del Cristo de la Cruz a Cuestas. El robo de la iglesia
La compra del castillo
Jadraque en el final del siglo XIX
La Luz Eléctrica. El último avance del siglo
-IX-
JADRAQUE, SIGLO XX
Pág. 274
La fundación de La Benéfica
El despoblado de Salaices (o Saelices)
Jacinto Abós Valencia, más que un farmacéutico
Juan Ures Bermejo, el héroe del Rif
Antonio Botija Fajardo
Eduardo Contreras de Diego. El hombre de los mil sueños
Jadraque, entre la República y la Guerra
La reconstrucción
Jadraque 1959, homenaje por un castillo
Las ferias de Jadraque, en el siglo XX
José Antonio Ochaíta
EL LIBRO:
- ASIN : B0CLKB4JCL
- Editorial : Independently published
- Idioma : Español
- Tapa blanda : 330 páginas
- ISBN-13 : 979-8865113089
- Peso del producto : 567 g
- Dimensiones : 15.24 x 2.11 x 22.86 cm
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