EL CAMPEÓN DE BALCONETE
Juanito Ramos Pazos, de Balconete, llegó a ser Campeón Nacional de Cros, y a correr el de las Naciones en Londres y París
No fueron muchas las ocasiones que, en los primeros años del siglo XX, saltó Balconete a las páginas de la prensa nacional; lo comenzaría a hacer en el cuarto decenio, principalmente después de que Juan Ramos Pazos, Juanito Ramos para el gran público, comenzase a destacar, a partir de los últimos años del decenio de 1920 e inicios del siguiente, como uno de los mejores corredores pedestres de España. Con anterioridad se habló de Balconete a raíz del triste y desgraciado suceso que acompañó la boda del Rey de España, don Alfonso XIII, con Doña María Victoria de Batemberg. En el brutal atentado que ensangrentó la jornada, a más de algunos vecinos de Guadalajara y su serranía, perdió también la vida un mozo de la población, Sebastián Sánchez Yélamos quien, como los soldados paisanos nuestros, se encontraba cumpliendo el servicio militar obligatorio en el Regimiento Wad Rás 50, que dejó para la historia unos cuantos de sus integrantes fallecidos. Pues sobre ellos cayó la dichosa bomba, con la mala suerte de que a ninguno de los muertos les tocaba estar allí. La desgracia, o la mala suerte, así lo escribieron. Les tocó.
Sebastián Sánchez Yélamos no falleció, como sus compañeros, en el acto. Resultó herido de gravedad, mucha gravedad; tanta que, en lugar de dejarlo en el Hospital, lo trasladaron a su localidad de origen para que allí exhalase el último suspiro, y en Balconete falleció un mes después de la boda real, en los últimos días de junio de aquel desgraciado año de 1906.
Balconete era, en este tiempo, uno más de los muchos pueblos de la provincia de Guadalajara y su Alcarria prácticamente olvidados del mundo, alejado de las principales carreteras y sin mayores medios de vida que la dedicación de sus gentes a la agricultura y la ganadería. Iniciándose en aquellos primeros decenios del siglo, a causa de ello, la gran emigración que concluiría en los años finales del siglo XX, cuando Balconete, con todas sus mejoras, había perdido lo principal de su capital: compuesto por la mayor parte de su población. Que, por supuesto, regresaría, como lo hace, año a año, para celebrar, como su fiesta mayor, la del Santísimo Cristo de la Agonía, cuya devoción e imagen se llevarían quienes partieron, prendida del corazón.
Cierto, Balconete traspasó la frontera del tiempo por un dicho: “holgarás trotera, y no irás por brevas a Balconete”, y es que, cuenta la tradición, que por ellas fue hermosa mujer de pueblo vecino y…, el resulto es, sin duda, otra parte de la historia y de las muchas leyendas que se tejen a nuestra hermosa y venturada tierra.
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El libro de Balconete (Guadalajara), aquí
Nombres en la historia de Balconete
Algunos nombres, dejó para la historia el alcarreño horizonte de Balconete, entre ellos el de don Nicolás Escudero y Martínez quien, aquí nacido en 1757, llevó a cabo, con indudable interés, estudios de Derecho en la Universidad de Alcalá y quien, tan sólo con 28 años de edad, sustituyó a sus profesores para ser él mismo catedrático en esa Universidad, explicando leyes, al tiempo que llegaría a ser prestigioso Abogado de los Reales Consejos.
No menor fue la obra que desarrolló en el Escorial otro natural de la población, Fray Andrés de los Reyes, quien en el Real Monasterio se distinguiría como hombre versado en lenguas y, por supuesto, en archivos, pues la historia nos cuenta que fue nuestro hombre quien, en los primeros decenios del siglo XVII, los puso en orden, los archivos reales, siendo al tiempo su catalogador, del Archivo y de la Biblioteca, regida y ordenada en su día por otro de nuestros paisanos, Fray Bartolomé de Sigüenza.
En Balconete fue maestro de primeras letras don Juan Pedro Elegido, cuyo apellido recorrió los cuatro confines del partido judicial de Brihuega, al que por entonces pertenecía. Don Juan Pedro se distinguió aquí como gran maestro, siendo padre de don Constantino, a su vez, Médico en Brihuega y quien sería padre de otro de los ilustres briocenses que dio el siglo, don Juan Elegido Millán, quien fue conocido como “El Profesor Max”, hombre de gran inteligencia, quien dedicó su vida al mundo del hipnotismo y el espectáculo. También fue, don Constantino, maestro en el arte de hacer sonar los tubos del órgano.
También debiera figurar, entre los ilustres nombres de la población, doña Martina Sánchez quien, desde su molino de harinas ubicado en Irueste, trajo a Balconete la luz, prendiéndose por vez primera sus bujías, con el invento de la electricidad, el día de San Juan de 1913.
Por supuesto, entre las figuras de este siglo no nos puede faltar Juan Ramos Pazos, o Juanito Ramos, como en su tiempo fue conocido.
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Juanito Ramos, el campeón de Balconete
Poco más de diez años contaba Juanito Ramos cuando a Balconete llegó la electricidad; nació en la población en 1902, tiempos duros para muchos de los pueblos alcarreños, puesto que la mayoría de ellos ni con carretera contaban que los comunicase con sus vecinos.
Por ello había que salir adelante con ingenio y espíritu de superación. Juan Ramos, indudablemente, gozó de ambas cosas, y desde temprana edad se dio cuenta que lo suyo estaba… en sus piernas. O mejor, en las zancadas que podían dar. En correr, de un lado a otro de la población, primero; y de España, después. En alguna ocasión lo contó, desde muy joven comenzó a destacar en eso de correr a través del campo, o de las calles, o de donde fuese: En el pueblo yo desafiaba a correr a todos los chicos, y siempre les ganaba… Solía contar, cuando los años se le echaron encima, y era ya una leyenda del deporte provincial.
En aquellos años de la dura emigración, inicio de la década de 1920, tan gloriosa para algunos sectores y desdichada para muchas poblaciones, la familia Ramos, como tantas otras, tuvo que buscarse la vida en Madrid, ciudad que acogió a la inmensa mayoría de quienes en este tiempo dejaron sus pueblos para llegar Madrid a convertirse, como tantas veces hemos repetido, en el mayor pueblo de la provincia de Guadalajara.
Aquí comenzó a destacar nuestro genio, en el mundo del deporte, gracias a su propia iniciativa, mediada esta década, dándose a conocer en las primeras carreras urbanas, sin ninguna profesionalidad, a partir de 1925. Cinco años después su nombre saltaba a las páginas de la prensa nacional, ya que en 1930 se convertía en Campeón de España de Cros; cuando el cros era apenas un entretenimiento, más que un deporte profesional. Por entonces su profesión oficial era la de guarnicionero, que compaginó con el atletismo, hasta que se dedicó por entero a llevar los nombres de Balconete y Guadalajara por los estrados de los triunfos. Con anterioridad a ser guarnicionero había estado empleado en Guadalajara, en la Hispano Suiza, desde donde saltó a Madrid.
Y no fueron pocos los triunfos que dio al deporte nacional en aquellos años que mediaron entre 1930 y 1936, ya que también salió fuera de nuestras fronteras, para correr el Cros de las Naciones, en Londres, aquel año de sus grandes éxitos, el de 1930. Se tuvo que retirar, cuando iba en cabeza, sin llegar a concluir la carrera, a causa de un problema que le originó el cambio de alimentación. La comida inglesa, por aquel entonces, resulto indigesta para muchos deportistas.
A pesar de ello, y tras algunos problemas con las autoridades deportivas, volvió a competir en España a partir de 1940, a ganar carreras y engrandecer su nombre y el de su localidad natal; hasta su definitivo retiro, cuando ya corría la década de 1970, en que comenzó el tiempo de los homenajes. Llegaron hasta su despedida del mundo, en una residencia de ancianos, en el mes de mayo de 1992. Gloria a nuestros campeones.
Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 15 de marzo de 2024
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