Blog dedicado a la biografía breve de personajes destacados y curiosos de la provincia de Guadalajara, hasta el siglo XX, por Tomás Gismera Velasco.-correo: tgismeravelasco@gmail.com

sábado, abril 29, 2023

ÁNGEL SALCEDO, DE FUENTENOVILLA

 FUENTENOVILLA, LOS SITIOS DE ZARAGOZA Y UN GOLPE DE MAR

Dos hijos naturales de la Villa, Ángel y Blas Salcedo, pasaron a la historia de España a través de la Guerra de la Independencia

 

   Es sin duda, lo más destacado de Fuentenovilla, su artística y emblemática picota que ha de aparecer, se quiera o no, en cualquier relato que sobre la hidalga villa alcarreña se escriba. Como que es una de las más artísticas y sin duda elegantes de las que se conservan en España, como resto de aquellas leyes que hicieron grandes a algunas poblaciones, significándolas como villas.

   Fuentenovilla adquirió el título, cuenta su historia, en pleno siglo XV, cuando el Maestre de la Orden de Calatrava, a cuyas encomiendas pertenecía, don Pedro Girón, la dio el título en 13 de junio de 1459; título de Villa que posteriormente sería confirmado por el monarca correspondiente, probablemente con posterioridad a que el rey de Castilla, don Carlos I, emperador del Sacro Imperio, desgajase la población de las posesiones calatravas para darla en venta al todopoderoso Marqués de Mondéjar, a la sazón don Luis Hurtado de Mendoza, II Marqués, a más de III Conde de Tendilla, Alcaide de la Alhambra, Gobernador del Reino de Granada, Virrey de Navarra y hermano de la desdichada María Pacheco, la Leona de Castilla que se enfrentó, tras la muerte de su marido, el capitán comunero toledano don Juan de Padilla, al todopoderoso emperador quien le quitó las pocas rentas que por estos pagos le legó su padre.

 

EL LIBRO DE FUENTENOVILLA, PULSANDO AQUÍ
 

   Don Luis, cuando sus hermanas y hermanos acudieron a él para tratar de librar a doña María de los peligros que la amenazaban fue quien les dijo aquello de que mejor era dejar las cosas como están que renovar con llagas viejas el ánimo del Emperador…

   La picota que hoy conocemos de Fuentenovilla se alzó bajo el reinado de Carlos III, por la misma época en la que, por poco más de 500 reales, se alzaron las casas consistoriales, y, tras la aprobación del renombrado don Ventura Rodríguez, por algo más de 800, se construyó el puente de tres ojos sobre el río Tajuña, y la posada a su vera. La villa, como pobre que era, no pudo aportar más que 16 reales a la empresa, y la mano de obra de sus gentes.

 

Ángel Salcedo, en los Sitios de Zaragoza

   No dejaron de ser voluntariosas las gentes de Fuentenovilla, ni en aquellos siglos ni en los que vendrían después; tampoco en los que quedaron atrás; más si una familia destacó por su arrojo por encima de las demás, fue la de los Salcedo. Antiguo apellido que llenó de glorias la historia local.

   De Fuentenovilla salió, en el último tercio del siglo XVIII, don Ángel Salcedo para ser uno de los héroes que en Zaragoza se enfrentaron a los franceses cuando los renombrados sitios, en aquellos inicios de la lucha por la Independencia de 1808.

   Su biografía la trazó con pluma ágil don Mario de la Sala para darnos cuenta de cómo nuestro hombre salió de la patria chica para estudiar en Segovia y dedicarse a la vida militar, a la que llegó retirado cuando aquello de los franceses. Para entonces residía en Aragón, dirigiendo su negocio, una fábrica de pólvora en Villafeliche, y no lo pensó dos veces, se enfundó el sable nuevamente y se dispuso a organizar a los Voluntarios de Daroca que se pondrían al servicio del General Palafox. Ostentaba el grado de Coronel cuando atacada Zaragoza por los franceses, y como tantos más, se aprestó al combate y la defensa de la ciudad en el primer “Sitio”, apenas iniciada la invasión; y más tarde, en el mes de diciembre del mismo 1808, en el Segundo, situándose al frente de la batería del Rastro de los Clérigos en el Arrabal de Altabás.

   Su nombre quedó grabado para la historia de la defensa aragonesa, a pesar de caer prisionero, ser deportado a Francia y, al fin, retornado a la Patria, donde desempeñó algún que otro cargo, como el de la Comandancia de Armas de Tortosa y de Santoña; abandonó este mundo, con el grado de Brigadier, en 1827, dejando viuda a doña María Felipa Garcés, la mujer que lo esperó al término de cada batalla.

 


Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 28 de abril de 2023

 

 


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