Blog dedicado a la biografía breve de personajes destacados y curiosos de la provincia de Guadalajara, hasta el siglo XX, por Tomás Gismera Velasco.-correo: tgismeravelasco@gmail.com

jueves, abril 18, 2019

EL ALFÉREZ DE ATIENZA, FRANCISCO DE SEGURA.

EL ALFÉREZ DE ATIENZA, FRANCISCO DE SEGURA.
Autor y recopilador de romances en el Siglo de Oro, su nombre merece la pena sacarse del olvido.


    En estos días en los que libros y autores son protagonistas, no está de más recordar a alguno de los nuestros. De nuestros escritores olvidados. Francisco de Segura es uno de ellos.

   Tenemos que trasladarnos al Siglo de  Oro, para encontrarnos junto  Miguel de Cervantes, Lope de Vega, y alguno literatos de renombre a Segura, el Alférez de Atienza, uno de esos personajes curiosos que surgen en la historia de la Guadalajara literaria, quien se dedicó a componer y editar romances históricos. E incluso algunos estudiosos lo dan como autor, o cuando menos conocedor en sus prolegómenos, del famoso Quijote de Avellaneda.




   Está claro, a juicio de quienes han estudiado su obra, tanto creativa como editorial, que tuvo cierta participación en obras de los genios citados, y por supuesto de Salas de Barbadillo, quien publicó alguna de sus obras, entre ellas La Hija de Celestina, a través de nuestro paisano. Cuenta José María Alín en: De las seguidillas a las seguidillas seriadas, que: Francisco de Segura era de Atienza, en donde había nacido en 1569. Como soldado pasó lo mejor de su juventud en Portugal, de donde salió en 1594. Años más tarde, en 1601, nos lo encontramos como Alférez en la Casa Real de la Aljafarería de Zaragoza, según consta en un opúsculo suyo de ese mismo año en el que publica cuatro romances dedicados a la milagrosa campana de Velilla. Alguna vez nos lo encontramos figurando al lado nada menos que de Lope de Vega.

  Francisco de Segura, efectivamente y como él cuenta, pasó gran parte de su vida entre Portugal y Zaragoza, y no perdió la ocasión de servir a alguno de nuestros paisanos, entre ellos al capitán Juan Bravo de Lagunas, originario igualmente de Atienza, y a quien dedicó una de sus más destacadas obras, Los Sagrados Mysterios del Rosario de Nuestra Señora, en donde dice a nuestro capitán: La música del no menos valiente que virtuoso Joan Bravo de Lagunas me fue en los oídos de tal consonancia, y su disciplina de tal aprovechamiento, que me determiné a mostrarte que me bastaba el ser su súbdito y humilde soldado para emprender esta obra…

   Tal vez uno de sus trabajos más celebrados pudiera ser su relato del misterio de la famosa campana de Velilla. Relato versificado que toma tanto de la leyenda, como de lo contado por los vecinos del lugar, dando cuenta de que el 13 de junio de 1601 a las siete de la mañana se empezó a tocar ella de suyo la campana, y después de varios días, volvió a tocarse, teniendo como testigos más de cien almas… La campana, contaba la tradición, repicaba anunciando desgracias.



 JUAN BRAVO, ENTRE ATIENZA Y VILLALAR. EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ



   Su “Primavera y flor de los mejores romances que han salido ahora nuevamente recogidos de varios poetas”, lo dirigió y dedicó a Lope de Vega en 1634. Y con anterioridad había dedicado a otro de los grandes literatos portugueses, Duarte Días, otra de sus obras; parte de su “Romancero historiado”, centrado en Portugal: He querido dedicar a este Reyno el aver dado al mundo al excelente poeta Duarte Núñez Lusitano, el qual con maravilloso estilo escribió un poema heroico en que trató la restauración de Granada por los Católicos Reyes Doña Isabel y Don Fernando, de gloriosa memoria; y no es mucho que, pues uvo un portugués que cantase proezas de castellanos, que aya otro castellano que cante agora proezas de portugueses…

   Antonio Rodríguez Moñino nos da cuenta de algunos aspectos más en torno a nuestro ilustre trovador: A diferencia de lo que ocurre con tantos colectores y análogos de los siglos de oro, la biografía de Francisco de Segura ofrece algunos asideros sólidos de los cuales prende un tenue esbozo biográfico. Por propia confesión sabemos casi todo, y, entre ello, su patria y el año de su nacimiento: vino al mundo en Atienza en 1569.

   Casi niño, con apenas catorce años, lo vemos en Punta Delgada, capital de la Isla de San Miguel, donde fue herido; parece poco probable que a los trece años y medio tomase parte en los combates, alistado bajo las banderas de don Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, donde conoció a Miguel de Cervantes, igualmente alistado a las órdenes de Bazán, pues así se desprende de un párrafo suyo, en donde dice: …lo mejor de mis años lo pasé entre ellos, que fue desde los trece y medio, que quedé herido en Punta Delgada, ciudad cabeza de la isla de San Miguel; de la Batalla Naval que tuvo el valentísimo Marqués de Santa Cruz, con la Armada de Felipe Strocci, hasta el año de noventa y cuatro, que salí della con licencia de mi Rey.

   Probablemente pasó destinado a tierras aragonesas a fines del siglo XVI y en 1601 ya estaba de Alférez en la Aljafería zaragozana, pues con tal título aparece en los romances de la famosa campana de Velilla. Durante ese mismo año concluyó la obra de más altos vuelos y extensión: Los sagrados misterios del Rosario de Nuestra Señora, estampada en 1602, con licencias a partir de febrero y dedicatoria a la esposa del famoso valido don Pedro Franqueza, suscrita el 5 de agosto. 




   Aunque no ha llegado ningún ejemplar a nuestras manos, no podemos dudar de la existencia de un libro importante dentro de la propagación del llamado romancero nuevo. En la portada de los libros que hemos visto de su autoría, siempre presume de su naturaleza. De haber nacido en Atienza.

   Todavía ha de salir dos veces más en el año 1605 el nombre del Alférez Segura en letras de molde y ambas en preliminares de libros ajenos. Será en El solitario poeta, curioso y poco leído libro de Alonso de la Sierra, donde escribe unas estancias, y para el Discurso, epístolas y epigramas de Artemidoro,  donde Andrés Rey de Artieda recoge lo principal de su obra lírica, aquí con un soneto laudatorio, pruebas ambas de que era estimado de los poetas zaragozanos, pues allí se encontraba. Y que su nombre traspasaba los límites de Castilla.

   Es muy probable que volviese a Portugal durante algún tiempo, puesto que en Lisboa, el 9 de noviembre de 1609, firma la dedicatoria a don Miguel de Noronha, Conde de Linares, de la Primera parte del romancero historiado, en el cual trata de los hechos de los reyes portugueses. Libro del que los estudiosos nos dicen que tiene interés biográfico el prólogo Aos lectores, del cual se extraen las noticias relativas a padres, fecha de nacimiento, jornada de las Terceras y amor por los portugueses, y en donde señala la gratitud que siente por las atenciones que con él tuvieron sus jefes, el Conde de Villafranca, y Gonzalo Vaz Coutinho, que han de ser quienes en definitiva le mueven a componer dicho Romancero.

   La estancia de Segura en Lisboa no debió de ser en esta ocasión muy prolongada y sus actividades en Zaragoza vuelven, como hemos visto, en 1611. Hallamos en el siguiente año un testimonio que le profesó un escritor de los más conocidos en la Corte, el cual a consecuencia de riña, escándalo y cuchilladas a lo Francisco de Quevedo, se vio desterrado de Madrid, y residió algunos meses en Zaragoza: Jerónimo de Salas Barbadillo. Tal intimidad tuvieron que le dejó para su estudio y edición alguno de sus originales literarios: Pasando a Cataluña Alonso Gerónimo de Salas Barbadillo por esta ciudad de Zaragoza, con quien en fe de ser todos una patria, y nacido en ese reino de Toledo, profesé estrecha amistad, dejó en mi poder por prenda de voluntad algunos de los más felices trabajos de su ingenio, y entre ellos esta sutil novela de la hija de Celestina…
 

   Pero Francisco de Segura tenía también obra propia en el telar por aquellos entonces, y en 1613 aparece el Rosario sacratísimo de la Reina de los Angeles. Los biógrafos lo mencionan cómo de 1614 y en Lisboa aparece poco después una nueva edición del Romancero historiado.

   Su obra literaria ha sido estudiada en el último siglo por los más grandes de la literatura hispana, desde Menéndez Pelayo a Menéndez Pidal, Serrano Sanz, o Juan Catalina García. Sin que falten quienes lo citen entre los autores, sino de la totalidad del texto al menos de parte, y ante todo de su prólogo, del famoso Quijote de Avellaneda.

   Pasó a la historia como El Alférez de Atienza, pues así firmó muchos de sus trabajos. Dando cuenta en todas sus obras de que en Atienza se encontró su cuna. Y su nombre, y su obra, están a la altura de los mejores, y escasos, literatos que ha dado la provincia al Siglo de Oro. Digno nombre, el de un literato de su reconocimiento, prestigio y autoridad, para rotular la entrada de cualquier biblioteca municipal que preciarse quiera.

   Y de que, poco a poco, se conozca su nombre, por esta tierra de Guadalajara, desde la Alcarria, a la Serranía; en estos días en los que, como al comienzo decíamos, se habla de libros, y de quienes los escribieron.

Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara, 26 de abril de 2019

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