JUAN MARTÍN, EL EMPECINADO, POR ESTAS TIERRAS
Es, sin duda, uno de los personajes más sobresalientes de la
Guerra de la Independencia en la provincia de Guadalajara
A punto está de cumplirse el segundo
centenario de la desaparición de uno de los hombres que más tinta han hecho
correr en los últimos dos siglos de historia de España y, por supuesto, de la
provincia de Guadalajara. Su paso a la definitiva historia tuvo lugar de la
manera más indigna que cabe imaginar, en Roa (Burgos), el 19 de agosto de
1825.Venganzas y falsas pasiones terminaron con el Empecinado en el cadalso de
la plaza mayor de aquella localidad, después de haber sido exhibido, como
animal de feria, encerrado en una jaula, en días de mercado.
De ello, seguro, se escribirá en los meses
próximos…
De la pecina del río… empecinados
Empecinados, por la pecina que el Duero
dejaba a su paso, llamaban los vecinos de las localidades próximas a los
naturales de Castrillo de Duero (Valladolid), donde nació el 2 de septiembre de
1775; en una España en la que no faltaron las guerras en las que adiestrarse;
pródigos fueron los siglos anteriores, y no faltarían en los finales de este
XVIII que tantas historias nos dejarían. Juan Martín, para cuando los ejércitos
de Napoleón invadieron España había combatido en el Rosellón; y tras el 2 de
mayo de 1808 que lanzó a los madrileños a las armas, se echó a los caminos de su
provincia, a golpear a las tropas napoleónicas, formando su famosa partida
guerrillera en un principio con dos o tres amigos y familiares; su nombre se
hizo popular en apenas unas semanas en aquellas tierras, al decretarse órdenes
de búsqueda y captura contra él.
Cuando se aproximó a la provincia de
Guadalajara, a la tierra de Ayllón, en el mes de septiembre de 1809, España
entera ardía en guerra; y hasta Ayllón acudió una representación de la Junta de
Defensa de Guadalajara para ofrecerle lo que se pudiera a fin de que, desde
nuestra provincia, combatiese al invasor. Los caminos de Guadalajara eran parte
importante para el paso de los franceses entre Madrid y Zaragoza, de la misma
manera que lo eran para algunos puntos del Levante, e incluso del Norte, a fin
de rodear los dificultosos de la sierra madrileña; no faltaron los saqueos,
castigos y penurias de los pueblos alcarreños o molineses, a cuenta de las
tropas francesas cuyos soldados, como parte de su pago, tenían reconocido el
saqueo de pueblos por los que pasaban.
Al Empecinado, por haber firmado de esta
manera sus partes de guerra, le sería reconocido el uso de este hombre, como si
de un apellido se tratase, para él y sus sucesores, al término de la guerra,
una vez Fernando VII se encontraba acomodado en el trono de Madrid, el 9 de
octubre de 1814; ostentaba el alto grado de Brigadier de los Ejércitos, y ya se
había posicionado en contra de algunas de las políticas reales, ante todo, de
una de las primeras decisiones del monarca, la derogación de la Constitución de
1812, que, a su vez, suprimía el absolutismo.
Juan Martín en la provincia
Tras la entrevista que en Ayllón tuvo Juan
Martín con el vocal de la Junta Provincial, Baltasar Carrillo, el Empecinado
entró en Guadalajara el 11 de septiembre de 1809 a través de Somosierra en
dirección al Ocejón, llevando como guía a un hombre que, indudablemente, conocía
estos pagos, Vicente Sardina, natural de Sigüenza. Sus primeras acciones
tuvieron como centro la actual capital de la provincia y su entorno; regresando
tras las acciones guerrilleras al cobijo del Ocejón, para posteriormente tratar
de llegar a Sigüenza, donde en aquellos días se encontraba la Junta; de donde
tendría que salir, perseguida por los franceses, sin encontrar lugar fijo en el
que establecerse.
En pocos días, Juan Martín logró reunir una
especie de ejército, compuesto por cerca de doscientos hombres que, con el
tiempo, llegarían a sumar varios miles, distribuidos en diversas secciones al
mando de sus lugartenientes que, a su lado, hicieron historia por aquí. Entre
ellos encontraremos a Nicolás de Isidro, natural de Usanos, que alcanzaría con
el tiempo el grado de Capitán General; Saturnino Abuín, de Tordesillas; José
Mondedeu, de Ibi (Alicante); Marcelo Francisco Dávila, de Valdenoches; el
aragonés Jerónimo Luzón, o el ya citado Vicente Sardina.
Las acciones en las que Juan Martín tomó
parte, entre aquel mes de septiembre de 1809 y los días finales de 1812, serán
innumerables, y pocas son las poblaciones en las que su nombre no dejará
huella, desde Cogolludo a Jadraque, pasando por la totalidad de la Alcarria,
Sigüenza, Atienza, Molina, o la propia Guadalajara, donde a punto estará de
caer en una trampa tendida por el general francés Leopoldo Hugo cuando,
haciendo creer que las tropas napoleónicas abandonaron la capital, retirándose
hacia Alcalá de Henares, los “empecinados” entraron en la ciudad para ser
rodeados, pocas horas después y cuando nada lo hacía suponer, por miles de
soldados imperiales. Los hombres de Juan Martín debieron abandonar
precipitadamente, y de madrugada, Guadalajara, para reencontrarse, como
pudieron, por tierras de Brihuega.
Los intentos por acabar con su vida mediante
la traición, al no poderlo hacer en combate, por parte del francés fueron
numerosos. En Jadraque se le intentó envenenar mediante un bebedizo; en
Sigüenza se rebelaron parte de sus hombres; y Saturnino Abuín, pasado al
ejército francés, estará a punto de terminar con su vida. De Jadraque saldrá un
aserto para la historia: ¿Matar al Empecinado? Risum teneatis (Contened la risa).
El genio de Juan Martín
No hubo de ser hombre de fácil trato. O mejor,
fue hombre de mucho genio, en lo militar, y en lo familiar. Sus relaciones con
la Junta de Guadalajara no fueron lo amigables que cabía suponer, y los
enfrentamientos, ante cualquier situación, estuvieron a la orden del día. Juan
Martín, más que a las órdenes superiores, obedecía a su intuición; la Junta de
Guadalajara no vio con buenos ojos el que El Empecinado combatiese en Cuenca,
Madrid, Valencia o Zaragoza, encontrándose al servicio de nuestra provincia,
por lo que en alguna ocasión dejó el mando de la guerrilla provincial, para
retornar a él, pasados los malos vientos. Hasta estas tierras se trajo a
algunos de sus hermanos, que combatieron junto a él, y, como fue costumbre en
este tiempo, numerosos militares acudieron a la guerra con sus mujeres. La del
Empecinado, esposa legal con la que contrajo matrimonio en Fuentecén (Burgos),
Catalina del Río, con la que tuvo varios hijos, recaló por tierras alcarreñas;
abandonada a su suerte por su marido terminaría estableciéndose en Brihuega,
donde falleció en 1834 como consecuencia de la primera epidemia de cólera que
venteó la provincia.
Por supuesto que Catalina del Río no será
la única mujer en su vida. El Empecinado llegó a tener algunas relaciones
públicamente conocidas, la más documentada, con María Oter Rodríguez, natural y
vecina que fue de Gárgoles de Abajo, de cuya relación nació un hijo, Felipe,
quien nunca será reconocido, pero que acompañará a nuestro hombre hasta el
último momento de su existencia en la plaza Mayor de Roa. María Oter contraería
matrimonio con un hacendado local, Sabino Sacristán, quien daría su apellido al
hijo habido entre María y Juan Martín.
Un Juan Martín que, fiel a sus ideas de
libertad, no aceptaría las imposiciones de un rey que contravino todo lo que
prometió; de ahí que se pusiese del lado de los constitucionalistas en el
trienio liberal, lo que le llevaría a la persecución, la cárcel y, finalmente,
la muerte.
Sin duda, como arriba decíamos, de Juan
Martín se hablará de aquí en adelante. Sirvan estas líneas, y las más de
trescientas páginas del libro que trata de rememorar sus principales acciones
en esta provincia, para adentrarnos en su figura, y sin duda, en una épica,
afortunadamente, irrepetible.
Tomás Gismera
Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 26
de octubre de 2024
JUAN
MARTÍN EL EMPECINADO
Y La Guerra de la Independencia en Guadalajara
El día 2 de
mayo de 1808 en las primeras horas de la mañana, y desde mucho antes del
amanecer, hay en Madrid un inusual movimiento de carruajes en torno al Palacio
Real que, dadas las circunstancias por las que últimamente atraviesa el reino,
no pasan desapercibidos para los vecinos.
Las puertas
del Palacio Real se encuentran abiertas desde que comenzó a clarear y los
cocheros parecen estar dispuestos para lo que aparenta ser un largo viaje.
Los rumores
de que los últimos miembros que quedan de la familia real se disponen a
abandonar el edificio corren por los alrededores como un reguero de pólvora, y
ese rumor es suficiente para que se vayan congregando a su alrededor un buen
número de madrileños, que siguen con atención todo cuando ocurre en el entorno.
Alrededor
de las nueve de la mañana la reina viuda de Etruria, por su matrimonio con Luis
de Parma, Su Alteza Real doña María Luisa de Borbón, junto a sus hijos, sale de
Palacio y ocupa el primer carruaje, y sin que nadie se interponga en su camino
ni aparente la más mínima ira, sale del recinto; eso sí la sigue la mirada
curiosa de un buen número de ciudadanos que se apartan a su paso.
A la
Infanta de España, puesto que lo es por hija del rey Carlos IV, los tratos
secretos hechos con Joaquín Murat, quien ya se veía coronado rey de España, la
han granjeado la antipatía del pueblo de Madrid, que no reacciona ante su
partida.
Meses
después Juan Martín Díaz, a quien apodarían El Empecinado, llegaría a la
Provincia de Guadalajara para convertirse en el primer guerrillero contra los
invasores, hasta ser conocido como “El terror de los franceses”.
La Guerra
de la Independencia en la provincia de Guadalajara ha sido ampliamente
estudiada por Anselmo Arenas López a través de su “Historia del Levantamiento
de Molina de Aragón y su Señorío en Mayo de 1808, y guerras de su
Independencia” (Valencia, 1913), a cuyos textos nos remitimos en cuanto hace al
Señorío molinés; no faltando en cuanto a la provincia en general, los trabajos
que en torno a este periodo desarrolló el historiador José Luis García de Paz,
principalmente: “La Guerra de la Independencia en Guadalajara y Tendilla”
(Revista de Estudios Wad-Al-Hayara; núms. 35, 36 y 37; años 2008, 2009 y 2010);
tampoco dejamos de lado la obra biográfica en torno a Juan Martín Díaz: “Juan
Martín El Empecinado; Terror de los Franceses”; de Florentino Hernández Girbal
(Madrid, 1985).
A través de
la obra iremos descubriendo, hasta donde nos sea posible, sus acciones por los
pueblos de una Provincia de Guadalajara que quedó, durante los años que
mediaron entre 1808 y 1814, bajo el dominio francés, combatido por Juan Martín
y sus hombres, los guerrilleros del Empecinado.
Juan Martín el Empecinado, y la Guerra de la Independencia en Guadalajara, el libro, pulsando aquí
SUMARIO:
-I-
MADRID, 2 DE MAYO de 1808
El alzamiento del pueblo de Madrid /13
-II-
EL GUERRILLERO JUAN MARTÍN DIEZ
El Empecinado /33
-III-
LA JUNTA DE DEFENSA DE GUADALAJARA
La lucha por la libertad de la provincia / 43
-IV-
JUAN MARTÍN
La pesadilla de Guadalajara contra los
franceses / 59
-V-
LA CAZA DEL GUERRILLERO.
El Imperio contra la guerrilla / 87
-VI-
DIVIDE Y VENCERAS
Amigos y enemigos / 135
-VII-
UNA PRIMAVERA DE INTRIGAS Y QUEBRANTOS
La guerrilla imprescindible / 193
-VIII-
ENTRE LA GLORIA Y LA MISERIA
El triunfo y el fracaso / 209
-IX-
LAS VICTORIAS DE LOS MUERTOS
Nunca des nada por perdido / 227
-X-
EL REY HA VUELTO
¡Viva el Rey! / 277
-XI-
JUAN MARTÍN EL EMPECINADO
El primer guerrillero / 295
-XII-
LOS OTROS HÉROES DE LA GUERRA
Los Guerrilleros / 303
Juan Martín el Empecinado, y la Guerra de la Independencia en Guadalajara, el libro, pulsando aquí
El día 2 de
mayo de 1808 en las primeras horas de la mañana, y desde mucho antes del
amanecer, hay en Madrid un inusual movimiento de carruajes en torno al Palacio
Real que, dadas las circunstancias por las que últimamente atraviesa el reino,
no pasan desapercibidos para los vecinos.
Las puertas
del Palacio Real se encuentran abiertas desde que comenzó a clarear y los
cocheros parecen estar dispuestos para lo que aparenta ser un largo viaje.
Los rumores
de que los últimos miembros que quedan de la familia real se disponen a
abandonar el edificio corren por los alrededores como un reguero de pólvora, y
ese rumor es suficiente para que se vayan congregando a su alrededor un buen
número de madrileños, que siguen con atención todo cuando ocurre en el entorno.
Alrededor
de las nueve de la mañana la reina viuda de Etruria, por su matrimonio con Luis
de Parma, Su Alteza Real doña María Luisa de Borbón, junto a sus hijos, sale de
Palacio y ocupa el primer carruaje, y sin que nadie se interponga en su camino
ni aparente la más mínima ira, sale del recinto; eso sí la sigue la mirada
curiosa de un buen número de ciudadanos que se apartan a su paso.
A la
Infanta de España, puesto que lo es por hija del rey Carlos IV, los tratos
secretos hechos con Joaquín Murat, quien ya se veía coronado rey de España, la
han granjeado la antipatía del pueblo de Madrid, que no reacciona ante su
partida.
Meses
después Juan Martín Díaz, a quien apodarían El Empecinado, llegaría a la
Provincia de Guadalajara para convertirse en el primer guerrillero contra los
invasores, hasta ser conocido como “El terror de los franceses”.
La Guerra
de la Independencia en la provincia de Guadalajara ha sido ampliamente
estudiada por Anselmo Arenas López a través de su “Historia del Levantamiento
de Molina de Aragón y su Señorío en Mayo de 1808, y guerras de su
Independencia” (Valencia, 1913), a cuyos textos nos remitimos en cuanto hace al
Señorío molinés; no faltando en cuanto a la provincia en general, los trabajos
que en torno a este periodo desarrolló el historiador José Luis García de Paz,
principalmente: “La Guerra de la Independencia en Guadalajara y Tendilla”
(Revista de Estudios Wad-Al-Hayara; núms. 35, 36 y 37; años 2008, 2009 y 2010);
tampoco dejamos de lado la obra biográfica en torno a Juan Martín Díaz: “Juan
Martín El Empecinado; Terror de los Franceses”; de Florentino Hernández Girbal
(Madrid, 1985).
A través de
la obra iremos descubriendo, hasta donde nos sea posible, sus acciones por los
pueblos de una Provincia de Guadalajara que quedó, durante los años que
mediaron entre 1808 y 1814, bajo el dominio francés, combatido por Juan Martín
y sus hombres, los guerrilleros del Empecinado.
Juan Martín el Empecinado, y la Guerra de la Independencia en Guadalajara, el libro, pulsando aquí
Tras la firma del tratado de
Fontainebleau (27 de octubre de 1807), España fue ocupada poco a poco por
tropas francesas que se dirigían a invadir Portugal, puesto que esta nación no
obedecía el bloqueo continental a Inglaterra decretado por el emperador francés
Napoleón Bonaparte en 1806. La familia real portuguesa y la corte se marcharon
el 29 de noviembre a Brasil. Poco a poco fueron ocupándose por tropas
francesas, de grado o con engaño, las posiciones estratégicas en España, como
Pamplona, Barcelona, Figueras, San Sebastián, Burgos, etc. Todo ello ante la
pasividad del rey Carlos IV y su primer ministro Manuel Godoy.
Debido al motín de Aranjuez,
el 17 de marzo de 1808, Godoy fue depuesto y Carlos IV obligado a abdicar el 19
en su hijo Fernando VII. Precisados todos los anteriores del apoyo de Napoleón,
este les atrajo a una reunión en Bayona donde, el 5 y el 6 de mayo, Fernando
devolvió la corona a su padre y este la cedió a Napoleón, el cual se la entregó
el 6 de junio a su hermano José Bonaparte. Mientras, sucedieron diversos
pequeños movimientos contra las tropas francesas que culminaron en la rebelión
madrileña el 2 de mayo de 1808, reprimida duramente por el general Joachin
Murat. Poco a poco se fueron levantando y organizando las provincias españolas,
y la declaración formal de guerra contra Napoleón se producen Sevilla el 6 de
junio. Comisionados españoles enviados desde Asturias a Londres establecieron
una alianza con Inglaterra contra Napoleón el 15 de junio. La guerra era un
hecho cuando José Bonaparte es entronizado rey el 7 de julio, tras jurar la
Constitución de Bayona, y llega a Madrid el 20. Tras la primera retirada
francesa, en Guadalajara su ayuntamiento proclama como rey a Fernando VII el 17
de septiembre de 1808. El 14 de enero de 1809, Inglaterra reconoció en un
tratado a Fernando VII como rey de España.
(La Guerra de la Independencia
en Guadalajara y Tendilla; José Luis García de Paz. Wad-Al-Hayara; núm. 35, 36
y 37; 2008-2010).
Juan Martín el Empecinado, y la Guerra de la Independencia en Guadalajara, el libro, pulsando aquí
Recuerdo muy bien el aspecto
de aquellos miserables pueblos asolados por la guerra. Las humildes casas
habían sido incendiadas primero por nuestros guerrilleros para desalojar a los
franceses, y luego vueltas a incendiar por estos para impedir que las ocuparan
los españoles. Los campos desolados no tenían mulas que los arasen, ni labrador
que les diese simiente, y guardaban para mejores tiempos la fuerza generatriz
en su seno, fecundado por la sangre de dos naciones. Los graneros estaban
vacíos, los establos desiertos, y las pocas reses que no habían sido devoradas
por ambos ejércitos, se refugiaban flacas y tristes en la vecina sierra. En los
pueblos no ocupados por la gente armada no se veían hombre alguno que no fuese
anciano o inválido, y algunas mujeres andrajosas y amarillas, estampa viva de
la miseria, rasguñaban la tierra con la azada, sembrando en la superficie con
la esperanza de coger algunas legumbres. Los chicos, desnudos y enfermos,
acudían al encuentro de la tropa, pidiendo de comer.
La caza, por lo muy
perseguida, era también escasísima, y hasta las abejas parecían suspender su
maravillosa industria. Los zánganos asaltaban como ejército famélico las
colmenas. Pueblos y villas, en otros tiempos de regular riqueza, estaban
miserables, y las familias de labradores acomodados pedían limosna. En la
iglesia, arruinada o volada o convertida en almacén, no se celebraba oficio,
porque frecuentemente cura y sacristán se habían ido a la partida. Estaba
suspensa la vida, trastornada la Naturaleza, olvidado Dios.
Juan Martín el Empecinado.
Benito Pérez Galdós
Detalles del Libro
- ASIN
:
B0D6KJ4DVT
- Editorial
:
Independently published
- Idioma
:
Español
- Tapa blanda
:
330 páginas
- ISBN-13
:
979-8327882324
- Peso del producto
:
494 g
- Dimensiones
:
13.97 x 2.11 x 21.59 cm
Juan Martín el Empecinado, y la Guerra de la Independencia en Guadalajara, el libro, pulsando aquí