domingo, enero 30, 2022

PATRICIO HUMANA MARTÍNEZ, DE AZAÑÓN

 DE AZAÑÓN AL VIRREINATO DE MÉXICO

Patricio Humana, natural de Azañón, fue el último Secretario de Cámara del Virreinato Mexicano

 

  A Don Patricio Humana Martínez la historia patria no lo ha tratado bien. Ni a él ni a su localidad de origen, pues por pocas partes se dice que nuestro hombre nació en una hermosa población hoy en la provincia de Guadalajara, antaño en la de Cuenca y su Obispado, siempre en la Alcarria.

   A don Patricio Humana Martínez se le da en algunos lugares como nacido en el reino de Navarra; en otros en el principado de Asturias, y en los de más allá, simplemente, se olvida su localidad natal. Y don Patricio, no se puede dudar, fue de aquellos personajes que siempre llevaron a orgullo el decir dónde nacieron. Patricio Humana lo hizo en nuestra Alcarria, la de Azañón.



 

   Marchó a México, entonces Nueva España, siguiendo a su primo, don Fermín José Fuero, sobrino a su vez del también paisano nuestro don Francisco Fabián y Fuero, y quien, cuando don Patricio pidió la licencia del viaje, ya era dignidad episcopal en la catedral de Oaxaca. Posteriormente terminaría sus días en aquellas tierras, pasando a ser obispo de Chiapas. El primo de don Patricio Humana, don Fermín José Fuero, nació en la vecina población de Cañizares, teniendo, como toda la familia, fuertes vínculos en Azañón y poblaciones aledañas. Entre sus familiares en Azañón se contó a su tío, el erudito Francisco Antonio Fuero, entonces cura párroco de la localidad.

   Don Francisco Antonio Fuero dio a la luz, entre otros, uno de los estudios capitales entonces para la historia provincial, el titulado: “Sitio de la Antigua Ciudad de Ercávica”.

 

Azañón, 1789

   Aquel fue el año en el que don Patricio Humana se propuso hacer el viaje de su vida, y sin duda sin retorno, a aquellas nuevas tierras que eran, para muchos españoles, los alcarreños también, una especie de tierra prometida. Azañón sin duda continuaba siendo en este siglo XVIII una de las principales villas del Infantado, desde que el rey Alfonso X entregase el señorío a doña Mayor de Guillén, aquella gran mujer que tras darle una hija y rechazar el matrimonio real, al decir de no pocos historiadores, se retiró al convento por ella fundado en Alcocer.

AZAÑÓN, HISTORIA Y CRÓNICA, el libro, pulsando aquí
 

   Pocos años antes de la partida de Azañón, camino de Cádiz, de don Patricio Humana, Azañón, conforme al registro que se lleva a cabo en la población al tiempo de elaborarse la no aplicada investigación para la única Contribución, que el pasar del tiempo nos ha rebautizado como Catastro de Ensenada, contaba con un suficiente número de vecinos, y de oficios, acordes a una localidad de su categoría. Villa entonces del marqués de Mondéjar, tras haber pasado de doña Mayor Guillén a su hija, y de esta a la nieta; y de hija y nieta al intrigante, modelo insigne de caballero medieval, dado a las artes literarias y guerreras, don Juan Manuel, personaje digno de haber figurado en alguna de las obras teatrales del insigne William Shakespeare. Que sin duda lo habría introducido en sus obras, de haber nacido don Juan Manuel en los ingleses pagos, o Shakespeare haber pasado por aquí y entablar con el hijo del infante don Manuel, tal su padre, algún grado de amistad.

   El historiador provincial, Francisco Layna Serrano fue quien mejor nos definió al personaje, que fue señor de Cifuentes, Viana, Alcocer y Azañón: Trapisondista, enredador, ambicioso, informal y amigo de pleitos y querellas, pasó casi toda su vida promoviendo cuestiones y alterando la paz del reino con frecuentes rebeldías, unas veces por creerse postergado, otras por estimar mal pagados sus servicios; algunas llevado de su genio puntilloso y camorrista, pero las más a impulso de una ambición desmedida e insaciable, así de honores y predominio político, como de señoríos y riquezas, aunque unos y otras los poseía en gran cuantía y los acrecentó sin tardanza…

   Entonces las gentes de Azañón comenzaban a emigrar, quizá angustiados por los muchos impuestos y rentas a que habían de hacer frente para sostener el monasterio de Óvila, con cuyos frailes, a la vista de su larga historia, no debieron de estar a mucho bien, como hoy diríamos. Ante todo, después de que en 1463 los de Azañón cometiesen la maldad y grave delito de dar unas yerbas al abad del monasterio, don Sancho de Tamayo, que lo llevaron a una repentina muerte.

 

Don Patricio, camino de México

   Desde Cañizares marchó camino de la Nueva España don Fermín José Fuero, dignidad de Chantre de la catedral de Oaxaca, como decíamos, junto a su hermano, don José Nepomuceno, y un criado, de nombre José Cañeses. Al tiempo se autorizó a nuestro paisano don Patricio para que lo pudiese seguir. Don Patricio echó la solicitud, sin duda, cuando conoció que su primo partía para allá; en ella nos da cuenta de sus intenciones, y de que marchaba mayorcito: Patricio Humana Martínez, natural de la villa de Azañón de estado soltero y edad de 29 años según consta de su fe de Bautismo… con el mayor rendimiento dice que su primo el Doctor D. Fermín Josef Fuero, que pasa a la Nueva España de Dignidad de Chantre de la catedral de Oaxaca, atendiendo a que en aquellos dominios puede fomentar al suscribiente, tiene vivos deseos de llevarlo en su compañía para poderle hacer un vasallo útil a S.M. y a sus hermanos y parientes, que se hallan en la mayor pobreza, conociendo que por la falta de medios y proporciones que en esta península tiene, nunca podrá serles a aquellos de ningún consuelo, en esta atención y a que la certeza de este hecho también se justifica de la información de testigos, que también presenta…

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   Se le autorizó la partida y salió de Cádiz en el mes de mayo de aquel año, en el navío San Ramón, que había de atracar en el puerto de Veracruz, y allá llegó, estableciéndose tiempo después, bajo las recomendaciones de su primo el Chantre, quien sin duda colocó a nuestro hombre en la Secretaría del Virreinato, como auxiliar, desde cuyo cargo fue ascendiendo en el escalafón administrativo con el trascurso de los años.

 

El Secretario Patricio Humana

   No es mucho lo que se conoce de los primeros tiempos mexicanos de don Patricio Humana. Sí que, tras su colocación en la secretaría del virreinato, como oficial tercero, tuvo vivienda en el palacio de los virreyes, y que contrajo matrimonio el 4 de noviembre de 1798, en Ciudad de México, con María Bernarda Vallejo Paulín, hija de otro alto funcionario de la corona española; matrimonio del que nacerían once hijos, ocho varones y tres hembras, la mayoría de los cuales, tras la independencia mexicana, quedaron en aquella tierra.

   Su vida, hasta 1814, debió de ser bastante anodina, se animó cuando comenzaron las revueltas que buscaban la independencia mexicana; los alborotos organizados por José María de Morelos, y la llegada como uno de los últimos virreyes de don Félix María Calleja, el conde de Calderón quien, desconfiando de los oficiales a su servicio, nombró a nuestro paisano su Secretario de Cámara. Tras Calleja llegaría el último Virrey, don Juan Ruiz de Apodaca, con quien nuestro paisano continuó trabajando hasta el último día.

   Del trabajo desarrollado en México por don Patricio Humana nos hablan, no sin pocos elogios, algunos libros de la historia de aquel país. En torno a él nos dice el historiador mexicano Juan Ignacio Rubio Mañé: El Ultimo de los Secretarios de Cámara del Virreinato durante el mandado del conde de Calderón fue don Patricio Humana, natural de Azañón, en la provincia de Cuenca. Desempeñó ese empleo de 1814 a 1821. Ostentaba también el título de Comisario de Guerra honorario. Largos años trabajó Humana en 1a Secretaria del Virreinato, como puede observarse en la carta del Virrey Azanza al Ministro de Hacienda, don Miguel Cayetano Soler, recomendando sus servicios para un ascenso en la burocracia Virreinal…

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   A Don Patricio le encomendaron la inmensa labor de poner en orden los archivos virreinales, y al parecer lo hizo con dedicación y esmero, tanto que, a juicio de quienes han estudiado aquel periodo de la historia mexicana, gracias a nuestro paisano se conoce una parte de la historia de aquella república. Pudo llegar a alcanzar altos cargos en Nueva España, y regresar a Azañón cargado de honores, como lo hiciera Ruiz de Apodaca, el último virrey; la mala suerte fue que, aquel año de 1821, el 27 de septiembre, se culminó la independencia Mexicana. Don Patricio fue de los últimos en abandonar el palacio virreinal, y todo hace suponer que fue también de los hombres más respetados, por su labor, aquellos días. Que también los alcarreños hicieron cosas buenas en el que se llamó, lo fuese o no, Nuevo Continente.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la Memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 28 de enero de 2022

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