lunes, octubre 02, 2023

CAYO VELA MARQUETA

 

HORCHE, Y CAYO VELA, EN EL TEATRO NOVEDADES

Natural de un pueblecito de Aragón, Cayo Vela nació para la música en Horche

 

 

  Numerosos han sido los compositores, músicos o artistas de todo tipo que ha dado Guadalajara; gentes que han paseado el nombre de la provincia por los cuatro puntos cardinales de España, dejando en ellos el sentir de una tierra que fue más allá de ser conocida por la riqueza de su miel. También los hubo que, sin haber nacido dentro de ella, en ella dieron sus primeros pasos y alzaron el pendón de Guadalajara en el momento de sus éxitos. Entre estos estuvo el hombre a quien hoy memoramos, Cayo Vela Marqueta.

 

Cayo Vela, entre Horche y Aragón

   Cayo Vela Marqueta nació en Brea de Aragón (Zaragoza), el 28 de diciembre de 1885, si bien sus padres se trasladaron, cuando nuestro hombre contaba con apenas tres años de edad, a la alcarreña población de Horche, desde la que dio el salto al Conservatorio de Música de Madrid. Luego que en Horche aprendió las nociones básicas de cultura y se despertó en él el espíritu musical que ocuparía el resto de su vida, hasta ser uno de los hombres más populares de los escenarios de España.

   Se presentó como músico en Horche, tras pasar por la catedral de Toledo, donde a la edad de seis años ya era seise, y tras sus estudios en Madrid, durante las fiestas de 1901, dando cuenta las crónicas de que: ejecutó al piano varios trozos de ópera de una manera magistral, obteniendo una ruidosa ovación.   Un año más tarde nos dirán que ya demostraba la fama de que venía precedido.

 

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   Para 1903 concluirá en el Conservatorio madrileño sus estudios de 6º año de piano y 3º de armonía, con calificaciones sobresalientes, al tiempo que desempeñaba su cargo de sacristán-organista en el municipio madrileño de Torrejón de Ardoz, a cuya plaza opositó, como era tradicional en este tiempo. Al concluir sus estudios, en 1905, y en Madrid, tras dejar la plaza de Torrejón, comenzó a destacar como pianista en el Café madrileño de la Luna, acompañado del éxito del público; e iniciándose un año después como profesor en el Conservatorio, dándose a conocer en 1907 como compositor de vals, siendo tal vez el primero salido de su ingenio el titulado “Nosse Veneziana”, que dedicó a la Condesa de Berberana, cuya composición fue puesta a la venta con notable éxito. Iniciándose en ese tiempo como concertista de piano, recorriendo teatros y provincias a lo largo de los años siguientes, mientras daba a conocer nuevas obras compuestas por su mano; del mismo modo que se inició en el mundo de la zarzuela, dejando para la posteridad obras como “La Chicharra”, “El nido principal”, “La Madrina”, o “Santa María del Mar”. Compartiendo éxitos en sus composiciones con el también maestro de orquesta Arturo Saco del Valle, en unas ocasiones, o. Enrique Brú, entre otros, en algunas más.

   En 1913, con ocasión del estreno de “Las pobres viudas”, en la que Enrique Brú y Cayo Vela compusieron la música, se nos dirá: “Los maestros Cayo Vela y Brú, demostraron una vez más que son músicos de gran valía, muy originales e inspirados”.

   Sus composiciones se contarán a partir de aquí, y en los años siguientes, por decenas, habitualmente acompañadas por el éxito de público y crítica. Composiciones en las que no faltarán los clásicos pasodobles que han de sonar en las noches festivas.

   Si bien, donde Cayo Vela ha de triunfar, haciéndose un personaje popular en diarios y revistas de moda, ha de ser en Madrid, donde noche tras noche dirigirá su orquesta, en el conocido Teatro Novedades, de la calle de Toledo número 83, o cualquiera de los que, ocasionalmente, estrenen algunas de sus obras. Precisamente será al Teatro Novedades al que Cayo Vela lleve la suerte en 1916, ya que repartirá entre los empleados del establecimiento una importante cantidad de dinero, al ser agraciado con el tercer número de la Lotería de Navidad, repartido allí en numerosas papeletas.

  

El éxito de un maestro de la zarzuela

   En unión de diversos maestros del llamado género chico, Cayo Vela llegará a componer la música de alrededor de un centenar de piezas de zarzuela.

   Con ocasión de la que lleva por título “Las Encajeras”, cuyo estreno tiene lugar en el Novedades, en el mes de enero, el día 14 de 1925, la prensa tendrá ocasión de hablar de la obra, y de su autor: “Con verdadero éxito se estrenó en la sesión de las seis de la tarde, del Teatro Novedades, la zarzuela en un acto Las Encajeras, original de don Juan Fajardo Jorgoso y música de los maestros Cayo Vela y Arquelladas; autores que aprovecharon las situaciones musicales, señaladas y justificadas perfectamente en el libro, y compusieron varios números de línea melódica y graciosa, que subrayaron con perfección el ambiente y la situación escénica…”

   Los éxitos de Cayo Vela llevarán a que Horche, la localidad en la que finalmente descansarán a la eternidad sus padres, y de donde se sentirá natural, adopte municipalmente la decisión de nombrarlo “Hijo Adoptivo de la Población”, lo que tendrá lugar durante las fiestas patronales, que se celebran entre los últimos días de agosto y primeros de septiembre de 1924, acudiendo al pueblo de su infancia, donde recibirá el homenaje de Guadalajara e interpretará varias piezas musicales en la función principal dedicada a la Patrona, Nuestra Sra. de la Soledad.

 

La gran tragedia

   La gran tragedia en la vida de Cayo Vela, y del espectáculo de Madrid, tendrá lugar la tarde del domingo 23 de septiembre de 1928.

   En aquella ocasión, como lleva haciendo desde veintiún años atrás, Cayo Vela dirigirá en el Teatro Novedades la orquesta que pone música a las actuaciones, y a una de las obras que con indudable éxito se viene representando en las últimas semanas “La mejor del Puerto”.

   Entonces, como en una sucesión de fatalidades, sucede… lo impredecible, con el teatro, al ser domingo, prácticamente lleno, principalmente de mujeres y niños.

   Sin saberse muy bien cómo, uno de los telones que cubrían el escenario comenzó a arder, lo que haría que el público, asustado ante las llamaradas, iniciase la alocada carrera en busca de la salida, mientras se pedía calma, tratando de organizarse una correcta evacuación por parte de los empleados; al tiempo que, la orquesta, tratando de infundir tranquilidad al público, no dejaba de sonar. Sin embargo, el telón ardió, expandiéndose las llamas, obligando finalmente el humo a que los músicos dejasen sus instrumentos y buscasen la salida. Entre los últimos en abandonar la escena se encontró don Cayo Vela, quien finalmente lograría salvar la vida, al tiempo que, por el camino, lo hizo con una chiquilla que a punto estaba de perecer asfixiada, Luciana Oliva, se llamaba.

 

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   Tras la desgracia del Novedades, a Cayo Vela le costará reanudar su vida, aunque volverá a la orquesta y la zarzuela, regresando a Zaragoza, donde instalará su domicilio en 1934, alternando las estancias en la capital del Ebro con sus viajes a Madrid, Guadalajara y Andalucía.

   Desde su nuevo domicilio contó el origen de su pasión musical: “Mi padre, que era zapatero, sabía tocar el clarinete bastante bien, y pasó los cuatro años del servicio militar en la música del Regimiento de Asturias, donde ascendió a músico de primera. Concluidos sus compromisos militares volvió a Brea de Aragón, su villa natal, y formó y dirigió una excelente banda. Allí contrajo matrimonio y vi yo la luz primera, y cuando contaba tres años de edad, por conveniencia del oficio de mi predecesor, nos trasladamos a Horche…”

   Y aquí formó parte de su gente, hasta que la muerte se lo llevó, encontrándose en Granada, en el mes de junio de 1937.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 22 de septiembre de 2023

 

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