sábado, abril 01, 2023

JUDAS JOSÉ ROMO Y GAMBOA

 JUDAS JOSÉ ROMO Y GAMBOA

Natural de Cañizar, fue uno de los más populares arzobispos de Sevilla

 

   Se mantiene, frente a la iglesia parroquial de Cañizar, mostrando al tiempo lo recio de sus muros, con los ojos de sus ventanas abiertos al espacio, el caserón hueco de lo que en su tiempo estaba destinado a ser casa palacio residencial de don Judas José Romo y Gamboa, uno de los hombres más preclaros nacidos en la población. Sin duda, la muerte le privó no sólo de habitarlo; también impidió que los constructores concluyesen una obra que estaba llamada, a pesar de la rectitud y sencillez de líneas de su arquitectura, a ser uno de los edificios más representativos de la población. La mayor parte de su familia había dejado Cañizar por la Corte de Madrid y, a pesar de que en la población todavía habitaron a lo largo del siglo algunos miembros de la familia, sin duda ninguno fue capaz de concluir unas obras que, a no dudar, se anunciaban costosas.

   Sobre el que había de ser balcón principal, coronando la fachada, sobre la puerta de acceso y por debajo de un alero que nunca se remató, se situaron los escudos heráldicos de quien murió siendo arzobispo de Sevilla el 11 de enero de 1855, y antes que arzobispo de Sevilla, Obispo de Canarias. Había nacido en Cañizar el 7 de enero de 1779.

 

Los Romo y Gamboa de Cañizar

   Cañizar es hoy una pequeña población a medio camino entre la Campiña y la Alcarria, más cuando don Judas José nació, en aquellos decenios últimos del siglo XVIII, era populosa población que dio a la nación, en este y el siglo siguiente, nombres que hoy engrandecen el callejero local. Aquí nació el gran pintor Casto Plasencia; el sabio médico don Benito Hernando; don Enrique Manuel Villaverde, quien destacó como Maestro de Capilla de la Catedral de Oviedo; y, por supuesto, los hermanos Romo y Gamboa, don Lorenzo, don Francisco y don Judas José, nacidos del matrimonio compuesto por don Francisco Romo y Gamboa, aquí nacido, y doña Ramona Fernández Manrique, natural de Condemios de Arriba y perteneciente a hidalga familia serrana.

   Don Francisco Romo, padre de nuestros hombres, murió en Francia, en Semur, con el grado de Brigadier. Hasta aquella ciudad fue llevado por los franceses después de hacerlo prisionero en la batalla de Cardeden, en Cataluña. Junto a él llevaron a su hijo don Lorenzo Gamboa quien ostentaba entonces el cargo de capitán. Don Lorenzo abandonó la carrera militar al término de la guerra, regresando a España en 1814 para ocuparse de los negocios agrarios familiares, tanto en Cañizar como en la provincia, en la que destacó la familia como una de las principales hacendadas, llevándola a ser una de las representantes políticas en todas las esferas.

   Don Francisco Gamboa, hijo, aquí nació el 29 de enero de 1785, sirviendo igualmente en las milicias provinciales, batallando, como lo hiciera una parte de la familia en la intensa guerra que se libró contra los franceses. Se encontraba en Valladolid, con el grado de teniente, al estallar la guerra, batallando al lado de los generales Lacy y Castaños. La inutilización de un brazo, en el transcurso de la batalla de Ocaña en el mes de noviembre de 1809 le impidió continuar la carrera militar, retirándose con el grado de capitán en 1815, año en el que regresó a Cañizar hasta ser llamado a Madrid en 1821, para integrarse en la Secretaria del Despacho del Ministro de la Guerra, a la sazón D. Estanislao Sánchez Salvador, siendo nombrado al año siguiente Gobernador, o jefe político, de la provincia de Teruel. Cargo en el que se mantuvo hasta el año siguiente en que fue depuesto, en medio de las revueltas del Trienio Liberal.

   Sería nuevamente llamado a ocupar cargos políticos a la muerte de Fernando VII; llegando a ser Subdelegado de Fomento en Huesca; Gobernador en Madrid; Director General de Montes y Plantíos y Diputado a Cortes y Senador por la provincia y partido de Brihuega, en el decenio de 1840; hasta que, quizá cansado de tanto zarandeo, se retiró de la vida pública, falleciendo en Madrid el 11 de enero de 1849, dos días después de su jubilación oficial.

 

 

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Judas José Romo y Gamboa

   Nació don Judas José Julián Romo y Gamboa, en Cañizar, el siete de enero de mil setecientos setenta y nueve, siendo bautizado dos días después.

   Poco se conoce en cuanto a su infancia, hasta que nos lo encontramos en los seminarios de Sigüenza y Alcalá en los inicios de la década de 1790, obteniendo con posterioridad a sus licenciaturas y doctorados en teología, una canonjía en la catedral de Sigüenza en 1803. Donde le tocó vivir los duros años de la guerra contra el invasor. Poco después de su término, y tras haber publicado algunos escritos de tema histórico, la Real Academia de la Historia lo nombró académico correspondiente el 21 de junio de 1816; encomendándosele en el transcurso del famoso trienio liberal la elaboración del índice o catálogo de la gran Biblioteca de El Escorial.

   Diez años más tarde sería propuesto al obispado de las Canarias, nombramiento que llegaría el 20 de julio de 1833. No muy de acuerdo a su personalidad y que, quizá por la distancia, trató de rechazar, sin conseguir que le fuesen admitidas sus razones; siendo finalmente consagrado el primero de mayo de 1834. Llegando a Las Palmas el 20 de septiembre de aquel año, celebrándose su entrada en el obispado con repique de campanas, luminarias y vigilias. Interesándose, algo que a lo largo de su vida fue una constante, por la enseñanza.

 

 

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   Por ello, y por algunos desacuerdos con el gobierno, entonces presidido por Baldomero Espartero, sería procesado en 1842, siendo condenado a dos años de confinamiento en la Isla de San Fernando, desde donde regresó al obispado en 1844. Dos años más tarde, en 1846, sería nombrado, por correspondencia del cargo, Senador Vitalicio, mientras se encontraba en Cañizar, antes de que, un nuevo cambio en el gobierno del reino, con la elección de un nuevo Papa, Pío IX, lo hiciesen primero Arzobispo de Sevilla y Cardenal de la Iglesia de Roma después. El nombramiento para ocupar la sede de Sevilla le llegó en 1848, llevándose a cabo la toma de posesión el 4 de abril a las 12 de la mañana.

   Su paso por la diócesis sevillana estuvo acompañado de innumerables acciones que le dieron nombradía de hombre justo y benévolo; creando escuelas, tanto en aquella diócesis como en la de Sigüenza o su localidad natal, en la que comenzó a levantarse la casa palacio que finalmente no llegaría a ocupar, puesto que falleció con anterioridad a la conclusión de las obras, como quedó apuntado. Fallecimiento que tuvo lugar en medio de la gran epidemia de cólera que asoló España, y particularmente Andalucía y Sevilla en aquel tiempo. Don Judas José falleció el día 11 de enero de 1855 a las diez de la mañana, en la residencia arzobispal de Umbrete, siendo posteriormente trasladados sus restos a la catedral donde recibió sepultura en el panteón de la entonces llamada capilla del Sagrario. Funeral presidido, en nombre de la reina, por su hermana, la infanta Luisa Fernanda y su marido, el Duque de Montpensier. Destacándose, en los oficios, sus dotes: Virtud, ciencia, celo, fervor, piedad, desprendimiento, prudencia, amor y caridad…

   Sus libros en materia de enseñanza han quedado para la historia, especialmente los titulados “Observaciones sobre la ortografía castellana” y “Arte de leer castellano y latín”. También son notables sus obras “Plan ejecutivo para el establecimiento de primeras letras”; “Exposición hecha a la Real Junta de Primera Educación, con una censura crítica a la literatura de Vallejo”, y la tragedia “Libia o la conjuración contra Viriato”.

   Memoria de unas gentes que dieron lustre a la población en la que vivieron la luz por vez primera.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 31 de marzo de 2023

 

Bibliografía: Historia de Cañizar

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