viernes, junio 24, 2022

MANUEL CRIADO DE VAL, EN HITA

 

HITA, Y SUS FESTIVALES DE TEATRO

En unos días Hita regresará a la Edad Media a través de su Festival Medieval

 

   Lola Gaos, una de las damas del teatro madrileño más familiarizadas con el público, fue la primera Trotaconventos, que saltó al escenario de Hita la noche del 17 de junio de 1961. Aquel día comenzaban los Festivales de Teatro Medieval, en los que se hizo una única y exclusiva representación de la obra “Doña Endrina”, versión escénica del Buen Amor, del Arcipreste Juan Ruiz, adaptada por Manuel Criado de Val. La obra, Doña Endrina, se estrenó para el público madrileño un año antes, el 30 de mayo de 1960 en el teatro María Guerrero. 


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   A Hita acudieron los mismos actores que en Madrid arrancaron los aplausos del público; además de Lola Gaos, sus compañeros de reparto: Carmen Sáez, que encarnó a Doña Endrina; Lola Cardona, Ana Mª Vidal, Julio Gorostegui, Francisco Valladares, Manuel Andrés, Julio Navarro y José Caride, integrantes de la compañía “Dido, pequeño teatro”. Hubo otro grupo numeroso de actores secundarios, y un director de escena, Ángel Fernández Montesinos, que llegaría a hacerse popular en la plaza, pues fue el director de esta, y de algunas de las obras que siguieron después.

   Por las calles, transformando el cerro de Hita en un escenario festivo medieval, hubo puestos en los que se despachaban cordero asado y jarras de vino, servido por el Bar Museo de Guadalajara; los dulzaineros de Almiruete ponían música popular, y las botargas de Retiendas y Beleña, hacían de las suyas, entreteniendo al público y dando a conocer alguno de los secretos mejor guardados hasta entonces de esta parte de la provincia: su folclore.

 

Hita, escenario teatral

   Por supuesto que no era la primera vez que a las calles de Hita se asomaban los personajes de las escenas teatrales. Hita era, por ello lo de llevarse a cabo aquella representación, el lugar que eligió el enigmático Juan Ruiz, el Arcipreste famoso, para centrar en sus calles la esperpéntica aventura del Buen Amor; la batalla de Don Carnal y Doña Cuaresma con la suya propia, puesto que dejó el misterio de su ser o de su existencia siendo, al día de hoy, uno más de los enigmáticos personajes que se esconden tras la autoría de un libro sin saberse, a ciencia cierta, si existió el tal Juan Ruiz o si en realidad, como sospechase el creador de los Festivales de Hita, tras el nombre se ocultase el mismísimo arzobispo de Toledo, a cuya mitra Hita pertenecía, don Gil de Albornoz.

 


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   Por las calles de Hita, en los inicios del siglo XX, se vivió el teatro a lo grande, como en tantas otras localidades, cuando se pusieron de moda las sociedades teatrales que, con motivo de grandes fiestas de guardar, entretenían a los vecinos con sus representaciones. En Hita se fundó, en los inicios del siglo, la Sociedad Hitense, que llegaría a estrenar su propio teatro en un local de don Pedro Garrido, en la primavera de 1903.

   También fue teatro para las composiciones poéticas de aquel Marqués que nos dejó las Serranillas y levantó para Hita el que, sin duda, fue el mejor de sus escenarios, el castillo que coronó el cerro, y el cerco de murallas que abiertas por la puerta de Santa María, situó sobre ella sus emblemas, don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.

   Con anterioridad a don Íñigo, el Señorío de Hita lo ostentó su abuelo, don Pedro González de Mendoza, aquél que forjó la leyenda de Aljubarrota, cuando cedió su caballo al rey don Juan I, antes de volver a la batalla, para morir en ella lidiando.

   Y es que la historia de Hita es densa, para la comarca y para la provincia. Contaba el ilustre Layna Serrano que sin la posesión de Hita por los Mendoza, la historia de la Alcarria sería muy otra, ya que faltarían no pocos de los hechos culminantes en el país acaecidos, no existirían muchos de sus castillos, no se habría alzado alguno de sus más bellos palacios, ni tampoco sus más hermosas iglesias y monasterios.

   Añadiéndonos que desde el cerro de Hita, como si de un inmensa platea de teatro se tratase, se descubren la práctica totalidad de los escenarios por los que se movió la vida provincial de los Mendoza. Que desde Hita escribieron la gran obra teatral que forjó, más que la historia del apellido, la historia de una gran parte de la provincia de Guadalajara.

 

Los recuerdos de doña Elisa Borasteros

   Han pasado cosa de diez años, pues estaban a punto de cumplirse los cincuenta de aquella primera representación del Teatro Medieval que tuvo lugar la noche del 14 de junio de 1961, cuando doña Elisa Borasteros, haciendo memoria de aquellos primeros días de festival, sonreía pizpireta al tiempo pasado. Para doña Elisa los primeros años de festivales, y de retornos a Hita, no resultaron fáciles. La tierra de Málaga, de donde ella procedía, nada tenía que ver con la seca y adusta tierra alcarreña de Hita. Don Manuel Criado de Val, su marido, lo tenía más fácil, aunque nació en Madrid su padre era de Rebollosa y los viajes al entorno fueron habituales, la admiración por el cerro de Hita también, de ahí que no se lo pensase dos veces cuando desde el Instituto de Cultura Hispánica le pidieron que eligiese escenario para una representación de aquellas características.


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   También es cierto que pocas personas, hace sesenta años, creían que los Festivales Medievales de Hita fuesen a permanecer en el tiempo. En más de una ocasión, lo contaba doña Elisa bajando la voz, estuvieron a punto de arrojar la toalla, como se suele decir.

   El recuerdo a Elisa Borasteros de Criado de Val tiene su lógica, siempre permaneció en un segundo plano, a la práctica sombra de don Manuel, que no poco era su trabajo a la hora de organizar, escribir, dirigir ensayos y coordinar instituciones y personas.

   Doña Elisa se encargaba de todo lo demás, del vestuario, e incluso de buscar lugar en el que los actores tuviesen su momento de solaz… Recuerdo haber cargado bultos más grandes que yo. Me veo llegando al Teatro Español, y como el vestuario lo tenían en la tercera planta, para ahorrarme subidas y bajadas no me quedaba más remedio que tirarlos por la escalera, porque era yo sola, y cuando llegaban abajo, paraba taxis, los iba llenando de bultos y los enviaba a mi casa. Fueron años muy duros que ahora se recuerdan con emoción. Tras aquellos primeros, cuando ya comenzamos a ir a la Casa del Arcipreste, recuerdo haber subido el vestuario a la casa, y tengo que volver a sonreír al recuerdo, ante todo cuando en una ocasión uno de los arquitectos me dijo: “Isa, no subas más gente y más bultos aquí porque al final la casa se nos va a hundir…  Se lo contó Doña Isa a este relator de historias. También que le hubiese gustado interpretar a doña Jimena, la mujer del Campeador. Ahora todo es más fácil.

   Y es que Hita ya se va preparando para, en unos días, regresar al medievo, con todas sus historias, y recuerdos de ayer, de hoy y de siempre. Manteniendo el espíritu de aquellos primeros años en los que, al ver entre las calles tanto público, hasta los propios hiteños quedaron sorprendidos de que, a la gente le cautivase Hita, sus historias y sus festivales de teatro. A ellos nos dirigimos.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 24 de junio  de 2022

 

 


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